jueves, 17 de enero de 2013

Usando la Biblia para Interpretar la Biblia


Usando la Biblia para Interpretar la Biblia

por Gary DeMar 

Un amigo me envió una copia de la edición correspondiente a los meses de Septiembre y Octubre del periódico de la Fundación Cristiana Judía, una publicación que enfatiza la profecía Bíblica. Hizo esto debido a que en él aparecía un artículo que trataba sobre el preterísmo. Aprecio el hecho de que el autor, Gary Hedrick, haya estado dispuesto a tratar con este asunto tan importante. La mayoría de los futuristas ignoran o entienden mal la posición preterista. 

Para aquellos de ustedes que no están familiarizados con el debate sobre futurismo y preterismo, algunas definiciones son necesarias. Los futuristas creen que la mayoría de pasajes proféticos del Nuevo Testamento están aún por cumplirse. Un preterista sostiene que si un texto relativo al tiempo se encuentra adjunto a una profecía, entonces el cumplimiento de esa profecía se encuentra gobernado por la referencia de tiempo. Palabras como "cerca", "de aquí a poco", "pronto", "rápidamente", "un poco", "al alcance de la mano" son guías críticas al determinar el marco de tiempo de una profecía dada. Si estas palabras significan lo que significan dondequiera que se les encuentre en el Nuevo Testamento, entonces una mayoría de las profecías del Nuevo Testamento ya han sido cumplidas, así que el cumplimiento se encuentra en el pasado (la definición de preterismo). Hedrick, un dispensacionalista, no interpreta los indicadores de tiempo literalmente aún cuando él insiste que los dispensacionalistas son los únicos que practican una hermenéutica literal. 

Además de los dispensacionalistas, los amilenialistas, que también son futuristas[1], generalmente siguen el mismo esquema con respecto a los textos relativos al tiempo al exprimirlos en un molde preconcebido futurista. Vernard Eller, escribiendo para la revista Christianity Today, es representativo de este método. Él concluye que si los textos son tomados literalmente "entonces son todas declaraciones falsas, y todos estos escritores estaban sencillamente equivocados: ellos dijeron que algo estaba por ocurrir 'muy pronto', pero todavía esto no ha ocurrido casi 2,000 años después".[2] En lugar de interpretar los textos relativos al tiempo de la manera en que son interpretados en cualquier otra parte del Nuevo Testamento, Eller les quita cualquier significado concreto. 

"Puede ser que estos diferentes autores estaban queriendo decir, "Pues todo lo que sabemos es que el tiempo es corto", o "Aunque no tenemos conocimiento absoluto, debiésemos siempre asumir que el tiempo es corto (y estar listos para continuar asumiendo esto todo el tiempo que sea necesario)". Esto sería una manera apropiada de describir y fomentar una actitud de alerta perpetua: "Precisamente porque no sé, mejor opero bajo la concepción continua de que el tiempo es corto". 

De manera similar, algunos eventos son tan característicos que en su misma naturaleza despliegan el carácter de "inminencia", no importa cuándo puedan estar programados para ocurrir. Son tan "grandes" que su propio momento no los puede contener; se proyectan aún hacia el presente. Un niño pequeño podría dirigirnos a entender cómo "La abuelita va a venir" es un evento "inminente" (pronto a ocurrir) no importa cuál sea la indicación en el calendario.

La sugerencias arriba mencionadas indicarían que la expectativa de "el tiempo es corto" debe ser entendida como una descripción subjetiva en lugar de una declaración objetiva; la declaración se refiere a la postura del sujeto (el creyente) en lugar de a la factualidad del objeto (la escala de tiempo histórica). 

Esta es la típica jerga burocrática que suena más como misticismo Oriental y a liberalismo de principios de siglo que a exégesis bíblica. En ninguna parte de la Escritura se usan estas frases y palabras relativas al tiempo en la manera en que Eller espera interpretarlas. Aplique la "descripción subjetiva" de Eller a otros eventos sensitivos al tiempo: El tiempo de Jesús está cerca (Mateo 26:18; cf. Juan 7:6,8), "estaba cerca la fiesta de los Tabernáculos" (Juan 7:2), "estaba cerca la pascua de los Judíos" (Juan 11:55). Cualquier lector de estos pasajes sabe exactamente lo que significan, hasta un niño pequeño. Trata de decirle a tu hija que ella irá a visitar a su mejor amiga "pronto" cuando lo que en realidad quieres decir es "debiésemos siempre asumir que el tiempo es corto aún cuando podría ser el próximo año cuando vayamos, por lo tanto, mantente siempre es un perpetuo estado de alerta". Interpretes como Eller que relativizan los textos relativos al tiempo quieren que creamos que podemos vivir en una especie de no-histórico "eterno ahora" en donde el tiempo es relativizado. Esto es gnosticismo puro y simple. El gnosticismo es una antigua herejía que ha tomado fuerza en la iglesia de hoy. Es la tendencia ... de reemplazar los hechos históricos del Cristianismo con ideas filosóficas. El gnosticismo es la tendencia a des-historizar y des-fisicalizar la religión Cristiana. El gnosticismo transforma la historia en ideología y los hechos en filosofía. El gnosticismo tiende a ver la religión como las reflexiones del hombre acerca de Dios y la realidad, en lugar de verla como la revelación de Dios de Sí mismo y de Su Palabra al hombre. Como tendencia el Gnosticismo siempre ha plagado la Iglesia, y se encuentra vivo y coleando hoy, abiertamente en el "liberalismo", y de una manera más velada en el "evangelicalismo"... Similarmente, los escritos del Nuevo Testamento frecuentemente hablan de ciertos eventos como estando cerca, como "a la mano", como viniendo "pronto", o "en esta generación". Usualmente se tomaban todos estos marcadores de tiempo muy seriamente, y eran entendidos como revelando eventos que iban a tomar lugar en el primer siglo, pronto luego de la ascensión de Jesús: la conversión de mucha gente, la caída de muchos en apostasía, una gran persecución a manos de los Judíos, apostatas y Romanos, y la destrucción de Jerusalén en el año 70. Sin embargo, cuando nos volvemos a los escritos evangélicos del siglo XX, y especialmente a aquellos de los calvinistas, encontramos que estos marcadores de tiempo han sido de alguna manera eternalizados. Dios está siempre "cerca"; los eventos están siempre "a la mano"; "esta generación" es siempre la generación del juicio; etc. Los eventos "cerca, a la mano" se encuentran también simultáneamente "muy lejos" y así las predicciones acerca de eventos del primer siglo pueden ser transferidos a los eventos del fin de la historia humana en el futuro. [3] 

La ironía aquí es que Eller, un amilenialista, suena más como un dispensacionalista cuando trata con los textos relativos al tiempo. Los futuristas tienen un enorme dilema en sus manos. Si admiten que los textos de tiempo son indicadores seguros de tiempo, entonces su futurismo debe ser abandonado. Si sostienen que los textos de tiempo debiesen ser relativizados, entonces la integridad de la Biblia es cuestionada y la profecía se transforma en algo que no es digno de fiar. 

La siguiente es una versión editada de la carta que envié a Gary Hedrick en respuesta a sus extensas observaciones sobre el preterismo de manera general y sobre mi libro "Last Days Madness" (La Locura de los Últimos Días) [LDM] de manera particular. Es evidente por su artículo que no ha leído mucho de "La Locura de los Últimos Días" u otras obras contemporáneas de autores preteristas (por ejemplo, Kenneth L. Gentry, Jr., y R. C. Sproul). 

Debido al fracaso de Hedrick de tratar con los argumentos sustanciales presentados en "La Locura de los Últimos Días", el lector astuto encontrará algo de repetición en mi respuesta. Esto debiera ser útil para aquellos que están buscando declaraciones concisas sobre razonamiento profético. Mantenga en mente que lo siguiente es una respuesta directa a Gary Hedrick, por lo tanto está escrito en segunda persona. 

Primero, el argumento literalismo/simbolismo. 

Como UD. sabe (y admite) no todo en la Biblia ha de ser interpretado literalmente. Aún un dispensacionalista incondicional como Hal Lindsey admite que "los Premilenialistas interpretan literal y alegóricamente. El asunto es dejar que el texto dicte cuándo interpretar alegóricamente en lugar de que lo hagan nuestras presuposiciones teológicas".[4] Decir que los preteristas no interpretan la Biblia literalmente es una flagrante mala interpretación y sobre-simplificación de la sofisticación y complejidad de la hermenéutica bíblica. Al igual que los dispensacionalistas nosotros interpretamos la mayoría de los textos literalmente y algunos textos "espiritualmente" porque creemos, siguiendo sólidos principios hermenéuticos, que a veces la Biblia demanda, a falta de una mejor descripción, una "interpretación espiritual". Podría citar numerosos ejemplos. De hecho, podría citar numerosos ejemplos de escritores dispensacionalistas para respaldar esta aseveración fácilmente comprobable y aceptada. 

Jesús llama a Su cuerpo un templo (Juan 2:21). Sus oponentes le entendieron literalmente (Mateo 26:61). No estamos seguros de lo que Sus discípulos pensaron. Ser "nacido de nuevo" se refiere a un re-nacimiento espiritual (Juan 3:3), no a una re-entrada dentro del vientre, algo que Nicodemo, un "maestro en Israel" debiese haber entendido (Juan 3:10). Como UD. sabe un Re-encarnacionista toma a Jesús muy literalmente con respecto a este punto. Luego está la discusión sobre el "agua viviente" que la mujer en el pozo pensó que era agua "literal" (Juan 4:15). ¿Y qué hacemos con la declaración de Jesús de que Él es "el pan que descendió del cielo" (Juan 6:41)? ¿De qué manera Jesús "descendió"? ¿Estuvo Él físicamente presente en el desierto? 

¿Le vieron los Israelitas en forma corporal? A mí eso me suena literal. Jesús da un indicio de su ascensión física en Juan 6:62. Sabemos que Jesús ascendió corporalmente ante los ojos de Sus discípulos (Hechos 1:11). Entonces, ¿Por qué no es su "descenso" de Juan 6:51 similarmente literal puesto que aparecen en el mismo capítulo? ¿Cómo responde UD. a uno que cree en la transubstanciación cuando Jesús dice, "De cierto, de cierto os digo: Si no coméis la carne del Hijo del Hombre, y bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero. Porque mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida" (Juan 6:53-55)? Los judíos tomaron las palabras de Jesús literalmente. Ellos preguntaron, "¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?" (Juan 6:52).

De hecho, los discípulos de Jesús la llamaron una "declaración difícil" ["dura es esta palabra” - RV 1960] (Juan 6:60). Ellos pensaron que Jesús estaba hablando literalmente. Jesús les dice a Sus discípulos, "El espíritu es el que da vida; la carne para nada aprovecha; las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida" (Juan 6:63).

Basado solamente en estos ejemplos, el debate literal/espiritual no es asunto de una discusión en blanco y negro como UD. declara. Todo intérprete batalla con esta tensión. La profecía no es diferente. Yo podría ir a lo largo de todo el libro de Apocalipsis y retarle acerca de la declaración que hace el literalismo. Aquí está nada más un ejemplo. La Biblia dice, "Este mismo Jesús, que ha sido tomado de vosotros al cielo, así vendrá como le habéis visto ir al cielo". En Apocalipsis 19 se dice que Jesús está cabalgando sobre un "caballo blanco" al momento de su regreso. También "Estaba vestido de una ropa teñida en sangre". Además, una espada literal sale de Su boca. John Walvoord escribe, "Este pasaje contiene una de las figuras más gráficas de la segunda venida de Cristo que se pueden encontrar en el Nuevo Testamento"[5] ¿Cómo puede ser esto? Jesús debe retornar "de la misma manera" en que ascendió al cielo. ¿Subió Jesús al cielo cabalgando en un caballo usando una ropa teñida en sangre y con una espada saliendo de Su boca? 

El Dr. Walvoord no intenta reconciliar las aparentes diferencias entre los pasajes apelando al literalismo, y tampoco lo hace ningún otro comentario dispensacional que tengo en mi biblioteca. Claro, los pasajes pueden ser reconciliados si todos los aspectos de uno de ellos no son interpretados literalmente. Pocos comentaristas interpretarían todos los elementos de Apocalipsis 19 literalmente y aún así mantener que Hechos 1:11 y Apocalipsis 19:11-16 están describiendo el mismo evento. 

Nada de esto significa que tenemos licencia para espiritualizar con el propósito de hacer que un pasaje encaje en un sistema escatológico preconcebido. UD. hace una buena pregunta: "¿Dónde trazamos la línea?" Mientras que la pregunta es buena, no es la correcta. Déjeme darle un ejemplo. 

"He aquí que Jehová monta sobre una ligera nube, y entrará en Egipto; y los ídolos de Egipto temblarán delante de él, y desfallecerá el corazón de los egipcios dentro de ellos" (Isaías 19:1). 

¿Cuál es la interpretación "literal" de este pasaje? ¿Cabalgó Jehová una nube literal al entrar en Egipto de manera que fue Él literalmente visto ("delante de Él". NT.: la versión en inglés se traduce "Su presencia") por los Egipcios? Este lenguaje no es muy diferente de una cantidad de pasajes escatológicos del Nuevo Testamento que presenta la venida de Jesús "como relámpago" o "en las nubes del cielo". Y aún así, todos los comentarios Bíblicos que revisé - incluidos los dispensacionalistas - no interpretan este pasaje "literalmente", es decir, como la presencia física corporal de Jehová en Egipto. Aquí están dos ejemplos: 

1. "El Juicio del Señor estaba viniendo contra Egipto. El Señor es presentado como cabalgando en una nube ligera" (John Martin, The Bible Knowledge Commentary: An Exposition of the Scriptures by Dallas Seminary Faculty - El Comentario del Conocimiento Bíblico: Una Exposición de las Escrituras por la Facultad del Seminario Teológico de Dallas). 

2. "Isaías presenta la guerra civil Egipcia que se avecina entre las dinastías Etíope y Libia que compiten entre sí como un resultado de la intervención del Señor" (Ed Hindson, Liberty Bible Commentary, Comentario Bíblico Libertad). 

Ninguno de estos autores expresa que la venida es "literal", que Jehová "literalmente" cabalgó en una nube al entrar a Egipto. Martín dice, "Dios es presentado". Este verso describe, como muchos otros parecidos, un juicio que viene de parte de Jehová que no requiere la presencia física corporal de Jehová. 

Qué pasaría si tomara el mismo pasaje y lo colocara en un contexto de Nuevo Testamento de manera que se leyera de la siguiente manera: "Mirad, [Jesús] monta sobre una ligera nube, y entrará en Egipto; y los ídolos de Egipto temblarán delante de él, y desfallecerá el corazón de los egipcios dentro de ellos". UD. y yo sabemos que una buena mayoría de dispensacionalistas interpretarían este pasaje "literalmente". No hay preguntas que hacer. 

¿Cómo son explicados las amenazas venideras de Jesús en Apocalipsis 2:5, 16, y 3:3 a la luz de una hermenéutica exclusivamente literal? Citaré nuevamente a Walvoord: "Los Cristianos Efesios también fueron agudamente advertidos de que si no escuchaban la exhortación, entonces podrían esperar un juicio repentino y la remoción del candelero. Como [Henry] Alford comenta, esta no es la venida final de Cristo, sino Su venida en un juicio especial es lo que es indicado aquí"[6] Tres veces el Apocalipsis describe la "venida" de Cristo, y Walvoord dice que no se refieren a la venida física de Jesús, la de "todo ojo le verá", la que aún se encuentra en el futuro. 

Me doy cuenta de que la palabra Griega erchomai y no parusía es usada en estos pasajes. ¡Por supuesto que esto no resuelve el problema puesto que erchomai es también usada en Mateo 24:30 para describir al "Hijo del Hombre viniendo en las nubes del cielo"! ¿Cómo debiésemos entender Apocalipsis 3:20 siguiendo la hermenéutica de solamente literalidad? 

Un último punto necesita ser señalado. Las declaraciones de Charles Ryrie de que "Las profecías en el Antiguo Testamento concernientes a la primera venida de Cristo... fueron todas cumplidas literalmente", y que "no hay ningún cumplimiento no-literal de estas profecías en el Nuevo Testamento", no pueden ser apoyadas con una apelación a los textos reales. Por ejemplo, en Zacarías 13:7 se nos da la siguiente profecía mesiánica: "Hiere al pastor, y serán dispersadas las ovejas; y haré volver mi mano contra los pequeñitos"[7] Esta profecía fue ciertamente cumplida excepto que Jesús era un carpintero, no un pastor. Las ovejas dispersas son Sus discípulos (Mateo 26:31). Mateo 2:18 cita Jeremías 31:15 después de la matanza de los infantes en Mateo 2:16. ¿En qué sentido literal estaba Raquel -muerta desde hace ya mucho tiempo - llorando por sus hijos? Las madres cuyos hijos habían sido asesinados eran las que estaban llorando. ¿Cuál es la relación entre Ramah y Belén donde la matanza tuvo lugar? ¿Fue cumplida esta profecía? Sí. ¿Pero podemos decir que fue cumplida literalmente, usando la definición común de la palabra? 

Es apropiada una pregunta más: ¿Aquellos quienes leyeron primeramente la profecía en Jeremías la asociarían con la muerte de infantes durante el tiempo del nacimiento del Mesías? No lo creo. 

El Nuevo Testamento es nuestra guía para entender cuáles pasajes mesiánicos no-literales fueron cumplidos en Jesús (Lucas 24:27, 44). UD. escribe, "Con el beneficio de poder mirar después del evento ahora vemos que el primer advenimiento del Mesías fue una verdad profética que tenía la intención de ser tomada literalmente". Lo mismo se puede decir para determinar cuáles profecías no habían de ser tomadas literalmente. Puesto que sabemos que Jesús dijo que Él regresaría en el lapso de una generación, que esto ocurriría antes que el último de los discípulos muriera (Mateo 16:27-28 y Juan 21:22), por lo tanto Su venida en juicio no ha de ser tomada literalmente. Su venida en juicio en el Año 70 d.C. es literal en la misma manera en que Jehová vino para juzgar a Egipto (Isaías 19:1). 

Segundo, la sana interpretación bíblica no es ni literal ni espiritual. 

La sana interpretación bíblica inicia con un estudio comparativo de textos basado en lo que Milton Terry describe en su libro altamente estimado "Hermenéutica Bíblica" como el método "histórico-gramático"[8] Cualquiera que esté familiarizado con Terry sabe que él es un favorito de los estudiosos dispensacionalistas. Robert Thomas le cita favorablemente en su crítica del "dispensacionalismo progresivo"[9] Lo que Thomas y otros fracasan en hacer notar es que Terry era un preterista. Esto es evidente en su Hermenéutica Bíblica y en Apocalíptica Bíblica. Los argumentos de Milton Terry que Thomas usa para refutar el "dispensacionalismo progresivo" también se aplican a su propia rama de dispensacionalismo. Encuentro irónico que Zondervan, uno de las más grandes publicadoras de literatura dispensacional (p. ej., El Gran Planeta Tierra, de Hal Lindsey y numerosos libros de profecía por John Walvoord) reimprimiera Hermenéutica Bíblica y de que sea citada tan favorablemente por escritores dispensacionalistas. La exposición de Terry sobre "El Apocalipsis de los Evangelios" (Mateo 24) es totalmente preterista (438-53). 

Una exposición más amplia puede encontrarse en su Apocalíptica Bíblica lo mismo que en su comentario preterista del Apocalipsis. 

Permítame tratar de explicar la aplicación del método de Terry. En Mateo 24:34 Jesús dice, "De cierto os digo que no pasará esta generación hasta que todo esto acontezca". La palabra Griega genea no puede ser traducida como "raza" (genos: e.d., "raza escogida" [1 Pedro 2:9]). Genea significa "generación". ¿Cómo sabemos lo que significa "esta generación"? Por comparar la frase con cualquier otro uso de "esta generación" en el resto de la Biblia. Ud. admite que "esta generación" en Mateo 23:36 se refiere a los judíos del primer siglo que escucharon a Jesús. Lo mismo es cierto para cualquier otra ocasión en que aparezca "esta generación" en el Nuevo Testamento. La frase "esta generación" ocurre quince veces en el Nuevo Testamento, tres veces en referencia al discurso del Monte de los Olivos (Mateo 24:34; Lucas 21:32; Marcos 13:30). 

Las otras doce ocasiones "esta generación" se refiere al pueblo a quienes Jesús está hablando. 

Mírelo por UD. mismo. UD. mantiene que solamente en el discurso del Monte de los Olivos la frase "esta generación" se refiere a una generación futura. Lo siento, pero esto no es exégesis sana. Ud. no puede decir que interpreta la Biblia literalmente y sostener esta posición. Yo soy mucho más literal en este pasaje de lo que UD. es. La Biblia es el mejor intérprete de la Biblia. 

Si UD. quiere saber lo que una palabra o frase significa, entonces vaya a la Biblia. El peso de la prueba está sobre la persona que dice que en una docena de ocasiones la frase significa una cosa y solamente una vez significa otra cosa. Note la segunda persona del plural ("vosotros") usada por Jesús a lo largo del Discurso del Monte de los Olivos. Una vez más, yo soy más literal de lo que Ud. es. Si Jesús hubiese estado pensando en una futura generación entonces hubiese dicho "ellos" o "aquella generación", no "vosotros" y "esta".

He hecho una exposición versículo por versículo de Mateo 24-25 en "La Locura de los Últimos Días". Mi metodología es simple: Le tomo a Jesús Su palabra cuando dice, "no pasará esta generación hasta que todo esto acontezca" porque he visto cómo Él usa "esta generación" en otros contextos. Pronto aprendí que todos los eventos y señales descritos por Jesús pudieron haber sido fácilmente cumplidos anterior a e incluyendo el tiempo de la destrucción de Jerusalén en el año 70 d.C. al comparar escritura con escritura. Al tomar una aproximación literal a la frase "esta generación" el pasaje requiere un cumplimiento anterior al año 70 d.C. 

Note Mateo 24:30: "E inmediatamente después de la tribulación de aquellos días..." Un intérprete no puede mantener "que ciertos aspectos de la profecía de nuestro Señor en Mateo 24 fueron cumplidos en el año 70 d.C." y algunos están aún por ser cumplidos porque los eventos que siguen a partir del verso 29 ocurren "inmediatamente después". Es un paquete de todo o nada debido a la presencia del verso 34. Si UD. quiere representar la posición preterista parcial con claridad, entonces compare Escritura con Escritura. ¿Cómo usa la Biblia fraseología similar en sus diferentes partes? Esta es la clave interpretativa para entender la profecía. 

Tercero, el lamento de las "naciones". 

UD. escribe que "Todas las naciones de la tierra no se lamentaron en el año 70 d.C. (24:30). Todo lo contrario, pues Josefo reporta que los Romanos se deleitaron por la reñida conquista de Israel". El texto en realidad se lee, "Todas las tribus de la tierra se lamentarán". La palabra Griega para "naciones", como Ud. sabe, es ethnos. Ethnos no se usa en 24:30. La palabra Griega para "tribu" es phule. Mateo la usa dos veces, una en 24:30 y otra en 19:28: "juzgando las doce tribus". La palabra Griega ges puede ser traducida "tierra", "territorio", "terreno" o "suelo". Debido a que se usa "tribus", el traducir ges como "tierra [de Israel]" es apropiado. Esto encaja muy bien con un cumplimiento en el primer siglo, anterior al año 70 d.C. De hecho, en la página 14 en la sección "Caja de Preguntas Bíblicas" de la edición de Septiembre-Octubre de la Fundación Cristiana Judía hay una discusión de si la palabra Hebrea 'erets "debiese ser traducida 'la tierra' o 'el territorio'". Ud. o sus editores concluyen que "el contexto pareciera favorecer la última opción". Estoy de acuerdo. 

NOTAS 

1. Jay Adams es una notable excepción. Mire su obra "El Tiempo está Cerca" (Nutley, NJ: Presbyterian and Reformed, 1970). 

2. Vernard Eller, "Paren el Juego de Poner Fechas", Christianity Today (Octubre 25, 1999), 79. Robert Thomas, un dispensacionalista, sigue la misma línea de argumentación. Un cumplimiento literal "requeriría que los eventos hayan tomado lugar cerca del período de vida de Juan" (Revelation 1-7 [Chicago, IL: Moody Press, 1992], 55). 

3. James B. Jordan, "Gnoticismo versus Historia". De un libro próximo a ser publicado.

4. Hal Lindsey, "El Camino al Holocausto" (New York: Bantam House, 1989), 6

5. Énfasis en el original. 5. John F. Walvoord, El Apocalípsis de Jesucristo: Un Comentario (Chicago, IL: Moody Press, 1966), 274. 

6. Walvoord, Apocalípsis, 57. 

7. Charles C. Ryrie, Dispensacionalismo Hoy (Chicago, IL: Moody Press, 1965), 88. 

8. Milton Terry, Hermenéutica Bíblica: Un Tratado sobre Interpretación del Antiguo y Nuevo Testamento, 2a. ed. (Grand Rapids, MI: Zondervan, n.d.), 205. 

9. Robert L. Thomas, "La Hermenéutica del Dispensacionalismo Progresivo", en The Master's Perspective on Contemporary Issues (Grand Rapids, MI: Kregel, 1998), 187-203

lunes, 14 de enero de 2013

Malaquías - Las últimas palabras de la profecía del Antiguo Testamento


LAS ÚLTIMAS PALABRAS DE LA PROFECÍA DEL ANTIGUO TESTAMENTO

- El libro de Malaquías 
- El intervalo entre Malaquías y Juan el Bautista 

Este capitulo forma parte del libro La Parusía de James Stuart Russell
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EL LIBRO DE MALAQUÍAS

El canon de las Escrituras del Antiguo Testamento se cierra de manera muy diferente de lo que podría esperarse después del espléndido futuro revelado a la nación del pacto en las visiones de Isaías. Ninguno de los profetas es portador de una carga más pesada que el último del A.T. Malaquías es el profeta de la destrucción. Parecía que la nación, por medio de su incorregible obstinación y desobediencia, había renunciado al favor divino y demostrado ser, no sólo indigna, sino incapaz, de las glorias prometidas. La partida del espíritu profético estaba llena de malos presagios, y parecía indicar que el Señor estaba a punto de abandonar el país. En consecuencia, la luz de la profecía del Antiguo Testamento se apaga en medio de nubes y densa oscuridad. El libro de Malaquías es una larga y terrible acusación contra la nación. El Señor mismo es el acusador, y con la evidencia más clara, sustenta cada uno de los cargos contra el pueblo culpable. La larga acusación incluye sacrilegio, hipocresía, desprecio contra Dios, infidelidad conyugal, perjurio, apostasía, blasfemia; mientras, por otro lado, el pueblo tiene el descaro de repudiar la acusación, y declararse 'no culpable' de cada uno de los cargos. El pueblo parece haber alcanzado esa etapa de insensibilidad moral en que los hombres llaman a lo malo bueno, y a lo bueno malo, y están madurando rápidamente para ser juzgados. 

Como resultado, el juicio venidero es 'la carga de la palabra del Señor a Israel por medio de Malaquías'.

Cap. 3:5.- "Y vendré a vosotros para juicio; y seré pronto testigo contra los hechiceros y adúlteros, contra los que juran mentira, y los que defraudan en su salario al jornalero, a la viuda y al huérfano, y a los que hacen injusticia al extranjero, no teniendo temor de mí, dice Jehová de los ejércitos".

Cap. 4:1.- "Porque he aquí, viene el día ardiente como un horno, y todos los soberbios y todos los que hacen maldad serán estopa; aquel día que vendrá los abrasará, ha dicho Jehová de los ejércitos, y no les dejará ni raíz ni rama".

Que esta no es una amenaza vaga y sin significado es evidente a juzgar por los términos claros y definidos con que es anunciada. Todo apunta a una inminente crisis en la historia de la nación, cuando Dios administre juicio sobre su pueblo rebelde. "Viene el día ardiente como un horno", "el día grande y terrible de Jehová". Que este "día" se refiere a cierto período y a un suceso específico no admite duda. Ya había sido predicho, y precisamente con las mismas palabras, por el profeta Joel (2:31): "El día grande y espantoso de Jehová". Y encontraremos una clara referencia a él en el discurso del apóstol Pedro el día de Pentecostés (Hechos 2:20). Pero el período queda definido más precisamente por la notable declaración de Malaquías en 4:5: "He aquí, yo os envío el profeta Elías, antes que venga el día de Jehová, grande y terrible". La declaración explícita de nuestro Señor de que el Elías predicho no es otro que su precursor, Juan el Bautista (Mt. 11:14), nos permite establecer el momento y el suceso a los que se hace referencia como "el día de Jehová, grande y terrible"

El suceso no debe ser buscado a gran distancia del período de Juan el Bautista. Es decir, la alusión al juicio de la nación judía, cuando su ciudad y su templo fueron destruidos, y la estructura entera del estado mosaico fue disuelta.

Merece notarse que tanto Isaías como Malaquías predicen la aparición de Juan el Bautista como el precursor de nuestro Señor, pero en términos muy diferentes:

  • Isaías le representa como el heraldo del Salvador venidero: "Voz que clama en el desierto: Preparad camino a Jehová; enderezad calzada en la soledad a nuestro Dios". (Is. 40:3). 
  • Malaquías representa a Juan como el precursor del Juez venidero: "He aquí, yo envío mi mensajero, el cual preparará el camino delante de mí; y vendrá súbitamente a su templo el Señor a quien vosotros buscáis, y el ángel del pacto, a quien deseáis vosotros. He aquí viene, ha dicho Jehová de los ejércitos". (Mal. 3:1).

Que esta es una venida de juicio se pone de manifiesto por las palabras que siguen inmediatamente después, y que describen la alarma y la consternación causadas por su aparición: "¿Y quién podrá soportar el tiempo de su venida? ¿o quién podrá estar en pie cuando él se manifieste?" (Mal. 3:2).

No puede decirse que este lenguaje es apropiado para la primera venida de Cristo; pero es altamente apropiado para su segunda venida. Hay una clara alusión a este pasaje en Ap. 6:17, donde "los reyes de la tierra, y los grandes, los ricos, los capitanes," etc., son representados como ocultándose "del rostro de aquél que está sentado sobre el trono, y de la ira del Cordero, diciendo: El gran día de su ira ha llegado; ¿y quién podrá sostenerse en pie?" Nada puede estar más claro que "el día de su venida" en Mal. 3:2 es el mismo que "el día de Jehová, grande y terrible" de 4:5, y que ambos responden al "gran día de su ira" en Ap. 6:17. Por lo tanto, concluimos que el profeta Malaquías habla, no del primer advenimiento de nuestro Señor, sino del segundo.

Esto queda probado además por el hecho significativo de que, en 3:1, el Señor es representado como viniendo "súbitamente a su templo". Entender esto como que se refiere a la presentación del Salvador niño en el templo por sus padres, a los suyos en los atrios del templo, o a los suyos de entre los compradores y vendedores del sagrado edificio es ciertamente una explicación de lo más inadecuada. Ésas no son ocasiones de terror y consternación, como está implícito en el segundo versículo: "¿Quién podrá estar en pie cuando él se manifieste?" Sin embargo, la expresión sugiere vívidamente la visitación final y judicial sobre la casa de su Padre, cuando habría de quedar "desierta", según su predicción. El templo era el centro de la vida de la nación, el símbolo visible del pacto entre Dios y su pueblo; era el lugar en que "el juicio debía comenzar", y que habría de ser alcanzado por "destrucción repentina". Entonces, tomando en cuenta todos estos detalles, la "súbita venida del Señor a su templo", la consternación que acompaña "el día de su venida", su venida como "fuego purificador", su venida "para juicio", "viene el día ardiente como un horno", "todos los que hacen maldad serán estopa", "no les dejará ni raíz ni rama", y la aparición de Juan el Bautista, el segundo Elías, antes de la llegada del "día grande y terrible de Jehová", es imposible resistirse a la conclusión de que aquí el profeta predice la gran catástrofe nacional en la cual el templo, la ciudad, y la nación perecieron juntas; y que esto es designado como "el día de su venida".

Sin embargo, aunque parezca extraño, el hecho indudable es que Malaquías no alude a la primera venida de nuestro Señor. Esto lo reconoce claramente Hengstenberg, que observa: 

"Malaquías omite del todo la primera venida de Cristo en humillación, y deja completamente en blanco el intervalo entre su precursor y el juicio de Jerusalén".(1) 

Esto debe explicarse por el hecho de que el principal objeto de la profecía es predecir la destrucción nacional y no la liberación nacional.

Al mismo tiempo, mientras el juicio y la ira son los elementos predominantes de la profecía, los rasgos de un carácter diferente  no están completamente ausentes. El día de la ira es también un día de redención. Hay un remanente fiel, aun en la nación apóstata: hay oro y plata que deben ser refinados y joyas que deben ser reunidas, así como escoria que debe ser rechazada y rastrojo que debe ser quemado. Hay hijos a quienes perdonar la vida, así como enemigos que ser destruidos; y el día que trajo consternación y oscuridad para los impíos, verá "el Sol de justicia nacer trayendo salvación en sus alas" para los fieles. Hasta Malaquías sugiere que la puerta de la misericordia todavía no está cerrada. Si la nación regresa a Dios, Él regresará a ellos. Si quieren restituir lo que sacrílegamente han retenido del servicio del templo, Él los compensará con bendiciones mayores de las que ellos podrían recibir. Todavía pueden ser una "tierra deliciosa", la envidia de todas las naciones. En la hora undécima, si la misión del segundo Elías tiene éxito en ganar los corazones del pueblo, la catástrofe inminente puede ser alejada, después de todo (3:3, 16-18; 4:2, 3, 5).

Sin embargo, existe la conclusión inevitable de que las amonestaciones y las amenazas no servirán de nada. Las últimas palabras suenan como el tañido de campanas anunciando destrucción. (Mal. 4:6): "No sea que yo venga y hiera la tierra con maldición".

El pleno significado de esta ominosa declaración no es evidente en seguida. Para la mente hebrea, esta declaración indicaba la más terrible suerte que podría sobrevenirle a una ciudad o a un pueblo. La 'maldición' era el anatema, o cherem, que denotaba que la persona o cosa sobre la que recaía la maldición era entregada a una completa destrucción. Tenemos un ejemplo del cherem, o ban, en la maldición pronunciada sobre Jericó (Josué 6:17; y una declaración más detallada de la ruina que ello significaba, en el libro de Deuteronomio (13:12-18). La ciudad habría de ser herida a filo de espada, toda cosa viviente en ella debía ser ejecutada, el botín no debía ser tocado, todo era maldito e inmundo, la ciudad debía ser consumida por el fuego, y el lugar entregado a desolación perpetua. Hengstenberg observa: 

"Todas las cosas imaginables están incluidas en esta sola palabra";(2) y cita el comentario de Vitringa sobre este pasaje: "No cabe duda de que Dios quería decir que entregaría a una segura destrucción tanto a los obstinados transgresores de la ley como a su ciudad, y que debían sufrir el extremo castigo de su justicia, como dirigentes consagrados a Dios, sin ninguna esperanza de obtener favor o perdón".

Tal es la terrible maldición que dejó suspendida sobre la tierra de Israel el espíritu profético en el momento de partir y guardar un silencio que duraría siglos. Es importante observar que todo esto hace referencia clara y específica a la tierra de Israel. El mensaje del profeta es a Israel; los pecados que son reprobados son los de Israel; la venida del Señor es a su templo en Israel; la tierra amenazada con maldición es la tierra de Israel.(3) Todo esto apunta manifiestamente a una específica catástrofe local y nacional, de la cual la tierra de Israel habría de ser el escenario, y sus culpables habitantes las víctimas. La historia registra el cumplimiento de la profecía, en exacta correspondencia con el tiempo, el lugar, y las circunstancias, en la ruina que devastó a la nación judía durante el período de la destrucción de Jerusalén.

EL INTERVALO ENTRE MALAQUÍAS Y JUAN EL BAUTISTA

Los cuatro siglos que transcurren entre la conclusión del Antiguo Testamento y el principio del Nuevo están en blanco en la historia de las Escrituras. Sin embargo, sabemos, por los libros de los Macabeos y los escritos de Josefo, que fue un período agitado en los anales judíos. Judea fue, por turnos, vasalla de las grandes monarquías que la circundaban - Persia, Grecia, Egipto, Siria, y Roma - con un intervalo de independencia bajo los príncipes macabeos. Pero, aunque durante este período la nación pasó por grandes sufrimientos, y produjo algunos ilustres ejemplos de patriotismo y de piedad, en vano buscamos algún oráculo divino, o algún mensajero inspirado, que declarase la palabra de Dios. Israel podía decir en verdad: "No vemos ya nuestras señales; no hay más profeta, ni entre nosotros hay quien sepa hasta cuándo". (Sal. 74:9). Y sin embargo, esos cuatro siglos no dejaron de ejercer una poderosa influencia en el carácter de la nación. Durante este período, se establecieron sinagogas por todo el territorio, y el conocimiento de las Escrituras se extendió ampliamente. Surgieron las grandes escuelas religiosas de los fariseos y de los saduceos, cuyos dos grupos profesaban ser expositores y defensores de la ley de Moisés. En gran número, los judíos se asentaron en las grandes ciudades de Egipto, Asia Menor, Grecia, e Italia, llevando consigo y a todas partes el culto de la sinagoga y la Septuaginta, la traducción griega del Antiguo Testamento. Sobre todo, la nación acariciaba en lo más recóndito de su corazón la esperanza de un libertador venidero, un heredero de la casa real de David, que debía ser el rey teocrático, el liberador de Israel de la dominación gentil, cuyo reino fuera tan feliz y glorioso que mereciera llamarse "el reino de los cielos". Pero, en su mayor parte, el concepto popular del rey venidero era terrenal y carnal. En cuatrocientos años, no había habido ningún mejoramiento en la condición moral del pueblo y, entre el formalismo de los fariseos y el escepticismo de los saduceos, la verdadera religión se había hundido hasta llegar a su punto más bajo. Sin embargo, todavía había un fiel remanente que tenía conceptos más verdaderos del reino de los cielos, y "que esperaba la redención en Israel". Al acercarse el tiempo, hubo indicios del regreso del espíritu profético, y presagios de que el prometido liberador estaba cerca. A Simeón se le aseguró que, antes de morir, vería al "ungido de Jehová"; parece que una indicación parecida se le había hecho a la anciana profetisa Ana. Es razonable suponer que tales revelaciones deben haber despertado gran expectación en los corazones de muchos, y les prepararon para el pregón que poco después se oyó en el desierto de Judea: "Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado". Nuevamente se había levantado profeta en Israel, y "el Señor había visitado a su pueblo".
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Notas:
1. Véase, de Hengstenberg, Nature of Prophecy. Christology. Vol. 4, p. 8.

2. Hengstenberg, Christology, vol. 4, p. 227.


3. El significado de este pasaje (Mal. 4:6) está oscurecido por la desafortunada traducción de earth en lugar de land. La expresión hebrea ch, a, como el griego gh/, se emplea con mucha frecuencia en sentido restringido. La alusión en el texto es claramente a la tierra de Israel. Véase Hengstenberg, Christology, vol. 4. p. 224.


domingo, 6 de enero de 2013

Ay de las que estén encintas y de las que críen en aquellos días


Ay de las que estén encintas y de las que críen en aquellos días

por Diac Gonzalez

Ha habido mucha especulación con este versículo, pero quiero hacerles dos preguntas a los “futuristas”, aunque no esperaré y las responderé yo mismo:

¿Para quién iba dirigida la siguiente sentencia que dio Jesús, y por qué?: "Mas ¡ay de las que estén encintas, y de las que críen en aquellos días! porque habrá gran calamidad en la tierra, e ira sobre este pueblo." (Lc. 21:23) (Citas paralelas: Mt. 24:19 y Mr. 13:17)

1.- ¿Para quién? Para la generación de mujeres judías que estuvieran vivas y que tuvieran criando o que estuvieran embarazadas “en aquellos días”, se refiere a los 3 años y medio ocurridos entre el 66 y el 70 d.C. En el mismo contexto de la cita bíblica principal aquí expresada, Jesús dejó ver que “aquellos días” sucederían en ese mismo siglo (I) no el XXI como se ha interpretado erróneamente: “De cierto os digo, que no pasará ESTA GENERACIÓN hasta que todo esto acontezca.” (Lc. 21:32). Pero si esto no les convence les colocaré una versión (entre varias) que no dejará ninguna duda: “Y os aseguro que cuanto os he dicho se cumplirá antes que pase LA PRESENTE GENERACIÓN” (Versión Castilian - CST-IBS)

2.- ¿Por qué? Jesús mismo lo dijo: "porque habrá gran calamidad en la tierra, e ira sobre este pueblo". Él se refirió al tiempo que se llamó "la gran tribulación" y que sucedió en el lapso de tiempo que mencioné en la respuesta anterior. Fue un tiempo de retribución donde Dios derramó su ira sobre la nación israelita y puso fin al sistema judaico, es lo que se llamó el fin de la era (judaica), no se refiere al fin del mundo como se ha interpretado también erróneamente. Esta fue una recompensa que recibió el Israel apostata por haber derramado la sangre de los profetas y más que todo la sangre de su propio Hijo. Esto se cumplió en Apocalipsis 16 (me refiero al fin del sistema judaico con su templo como centro).

Evidencia histórica del suceso:

• “Prendiendo también a muchos de los nobles, llevábanlos a Floro, a los cuales, después de haberlos mandado cruelmente azotar, mandábalos ahorcar. Mataron aquel día, entre mujeres y niños con los demás, porque no perdonaron aún a los niños de teta, seiscientos treinta.” (Flavio Josefo, Las Guerras de los Judíos, Libro II, Capitulo XIV)

• “Era lástima de ver todas las ciudades llenas de cuerpos muertos, sin que fuesen sepultados; ver derribados los cuerpos de los hombres, así viejos como mancebos, niños y muchas mujeres también, con los cuerpos y vergüenzas todas descubiertas. Estaba toda la provincia llena de muchas adversidades y destrucciones, y temían mayores males y daños que hasta ahora habían pasado.” (Flavio Josefo, Las Guerras de los Judíos, Libro II, Cap. XIX.

• “Era esta vida muy miserable, y espectáculo muy digno de lágrimas, teniendo demasiado los más poderosos, y los flacos se quejaban de tan gran injuria y daño, porque el hambre mataba y estragaba más gente que los enemigos; no hay cosa que tanto dañe al hombre, ni lo eche a perder, como la vergüenza, porque lo que es digno de reverencia, en tiempos de hambre se menosprecia; de esta manera quitaban lo que comían, de la boca, las mujeres a los maridos, los hijos a los padres, y lo que peor y más miserable parecía, era ver las madres quitar de la boca de sus hijuelos la comida, y muriéndose de hambre los hijos entre sus brazos, no por eso lo dejaban de hacer, ni de tomarles la sangre con que habían de vivir.” (Flavio Josefo, Las Guerras de los Judíos, Libro VI, Cap. XI)

• “No murieron todos de una manera, porque los unos fueron alcanzados en las calles y en los campos, y los otros cerrados en sus casas y con ellas quemados vivos, robando primero lo que dentro hallaban, sin que los moviese ni refrenase la honra que debían guardar con la vejez de muchos, ni la misericordia a los niños; antes mataban igualmente a todos.” (Flavio Josefo, Las Guerras de los Judíos, Libro II, Cap. XXI)

• “la matanza, de las manos de los romanos, porque no perdonaron ni aun a los niños que mamaban, de los cuales fueron echados muchos de la torre abajo.” (Flavio Josefo, Las Guerras de los Judíos, Libro II, Cap. III)

• “Como, pues, venida la noche viese Juan que los romanos no tenían algunas guardas cerca de la ciudad, no dejando perder esta ocasión, tomó su camino huyendo a Jerusalén; y con él no sólo aquella gente de armas que tenía consigo, pero aun muchos de los más viejos con todas sus familias. Hasta veinte estadios bien le parecía a él que le seguirían las mujeres y niños, y toda la otra gente que consigo llevaba, aunque era hombre que tenía miedo de ser cautivo y de no salvarse; y pasando más adelante, dejaba su gente, y levantábanse aquí llantos muy tristes de los que atrás quedaban; porque cuanto más lejos cada uno estaba de los suyos, tanto más cerca les parecía estar de los enemigos. Pensando que estaban ya muy cerca los que habían de prenderles, mostrábanse ciertamente muy amedrentados; y con el ruido que ellos hacían corriendo, volvíanse muchas veces a mirar atrás; como si aquellos de los cuales, ellos huían, les estuviesen ya encima: y así huyendo, caían muchos y había pelea entre ellos mismos sobre quién más huiría, pisándose unos a otros. Las muertes de las mujeres y niños era cosa muy miserable. Si alguna voz daban ellas, era rogar algunas a sus maridos, y otras a sus parientes, que las esperasen…” (Flavio Josefo, Las Guerras de los Judíos, Libro IV, Cap. IV)

• “Sujetados éstos, Cercalo partió para Chebrón, otra ciudad muy antigua, fundada, como dije, en las partes montañosas, no muy lejos de Jerusalén; y entrando por fuerza, mató a cuantos dentro hallar pudo, así mozos, como niños y viejos; y quemó después la ciudad.” (Flavio Josefo, Las Guerras de los Judíos, Libro V, Cap. VIII)

• “Los viejos eran heridos si querían defender esto; las mujeres eran despedazadas porque escondían lo que tenían en las manos; no había misericordia, ni del viejo, por cano que fuese, ni del niño, por niño que era; sino apartaban a los niños que estaban colgados del bocado de la madre, y echábamos a tierra, y si alguno se les adelantaba, y se comía lo que ellos habían de robar, eran contra éste no menos crueles que si hubieran sido por él muy dañados.” (Flavio Josefo, Las Guerras de los Judíos, Libro VI, Cap. XI)

• “Fuéles quitada a los judíos la licencia y facultad que tenían de salir, y con esto perdieron la esperanza de alcanzar salud ni poder salvarse: el hambre había ya entrado en todas las casas generalmente y en todas las familias. Estaban las casas llenas de mujeres muertas de hambre, y de niños, y las estrechuras de las calles estaban también llenas de hombres viejos muertos: los mozos y mancebos andaban sin color, casi como muertos…” (Flavio Josefo, Las Guerras de los Judíos, Libro VI, Cap. XIV)

• “Diciendo estas cosas miró a toda su familia con los ojos furiosos y llenos de lástima y compasión: tenía mujer, tenía hijos, y tenía padres y parientes muy viejos. Tomando, pues, primeramente a su padre por los cabellos, y echándose de pies sobre él, le pasó con su espada; después mató a su madre, no contra su voluntad, y después de éstos quitó la vida a sus hijos y mujer, tomando cada uno de éstos de voluntad la Muerte, por no caer en manos de sus enemigos. Habiendo ya muerto a todos los suyos, estando aún encima de los muertos, levantó su mano, así que todos lo pudiesen ver y saber, y pasó la espada por sus propias entrañas, siendo un mancebo ciertamente digno de que se tuviese de él gran lástima por la fuerza de su cuerpo y firmeza de su ánimo; pero por haber sido fiel con la gente extranjera, hubo digna muerte y fin de su vida.” (Flavio Josefo, Guerras de los Judíos, Libro II, Cap. XIX)

• “Sabiendo los de dentro cómo los romanos habían entrado, los unos se recogían a la torre arrebatando sus hijos y mujeres con gritos y clamores grandes que daban; otros salían al encuentro a Tito, y eran allí todos muertos; y los que no podían recogerse a la torre, no sabiendo qué hacer de sí mismos, daban en la guarnición de los romanos, y en todas partes se oían los gemidos de gente que moría: la sangre que corría por aquellos lugares, que estaban altos y recostados, llenaba toda la ciudad.” (Flavio Josefo, Guerras de los Judíos, Libro IV, Cap. III)

• “Venían entre éstos algunos de la gente de pelea de los judíos, por no bastarles ya lo que robaban; pero la mayor parte era de la gente más pobre y popular, los cuales no osaban huir a los romanos por miedo de los suyos, porque no veían la manera para huir escondidamente, sin que los que buscaban las revueltas y sediciones los sintiesen con sus hijos y mujeres, temiendo dejarlos en poder de ladrones tales, para que fuesen por causa de ellos degollados.” (Flavio Josefo en Guerras de los Judíos, Libro VI, Capitulo XII)
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Imagen agregada de internet, en la misma se representa la locura que se vivió en la ciudad de Jerusalén en ese tiempo.

La Venida del Hijo del Hombre


LA VENIDA DEL HIJO DEL HOMBRE (LA PARUSÍA) DURANTE LA VIDA DE LOS APÓSTOLES


Mateo 10:23: "Cuando os persigan en esta ciudad, huid a la otra; porque de cierto os digo, que no acabaréis de recorrer todas las ciudades de Israel, antes que venga el Hijo del Hombre".

En este pasaje encontramos la primera mención clara de aquel gran suceso al cual veremos que aluden con tanta frecuencia de aquí en adelante nuestro Señor y sus apóstoles, es decir, su segunda venida, o parusía. En realidad, se puede preguntar, como lo veremos, si este pasaje pertenece correctamente a esta porción de la historia del evangelio.(9) Pero, dejando de lado la pregunta por el momento, preguntémonos qué es realmente la venida de la que se habla aquí. ¿Puede ser, como sugiere Lange, que Jesús habría de seguir tan rápidamente a sus mensajeros en su circuito evangelístico como para alcanzarles antes de que se terminara? ¿Se refiere, como piensan Stier y Alford, a dos diferentes venidas, separadas entre sí por millares de años: la una comparativamente cercana, la otra indefinidamente remota? ¿O debemos aceptar, con Michaelis y Mayor, el significado claro y obvio que indican las palabras mismas? La interpretación de Lange es ciertamente inaceptable. ¿Quién puede dudar de lo que significa aquí "la venida del Hijo", lo que significa en todo otro lugar, y que esta es la fórmula mediante la cual se expresa la parusía, la segunda venida de Cristo? Esta frase tiene un significado definido y constante, tanto como su crucifixión, o su resurrección, y no admite ninguna otra interpretación en este lugar. 

Pero, ¿no puede tener una doble referencia: primera, al juicio inminente de Jerusalén, y segunda, a la destrucción final del mundo, siendo la primera considerada como simbólica de la segunda? Alford sostiene el doble significado, y es severo con los que vacilan en aceptarlo. Nos dice lo que él cree que Cristo quiso decir; pero, por otra parte, tenemos que considerar lo que Él dijo. ¿Están seguros los defensores del doble sentido de que Él quiso decir más de lo que dijo? Miremos sus palabras. ¿Puede algo ser más específico y más definido en cuanto a personas, el lugar, el tiempo, y las circunstancias que esta predicción de nuestro Señor? Es a los doce que él habla; son las ciudades de Israel las que han de evangelizar; el tema es su pronta venida; y el tiempo está tan cerca que antes de que la obra de ellos esté terminada Su venida tendrá lugar. Pero si se nos ha de decir que éste no es el significado, ni siquiera la mitad de él, y que esto incluye otra venida, a otros evangelistas, a otras épocas, y otras tierras - una venida que, después de dieciocho siglos, todavía es futura, y quizás remota - entonces surge la pregunta: ¿Qué no puede significar la Escritura? El sentido gramatical de las palabras ya no es suficiente para la interpretación; la Escritura es un acertijo que debe advininarse, un oráculo que pronuncia respuestas ambiguas; y nadie puede estar seguro, sin una revelación especial, de que entiende lo que lee. Por lo tanto, estamos a dispuestos a concordar con Meyer en que esta doble referencia "no es sino una evasión forzada y antinatural", y que las palabras significan simplemente lo que dicen, que antes de que los apóstoles completaran la obra de su vida de evangelizar el país de Israel, la venida del Señor tendría lugar.

Este es el punto de vista del pasaje que asume el Dr. E. Robinson.(10). "La venida a la que se alude es la destrucción de Jerusalén y la dispersión de la nación judía; y el significado es, que los apóstoles apenas tendrían tiempo, antes de que sobreviniera la catástrofe, de ir por el país advirtiendo al pueblo que se salvara de la destrucción de una generación desgraciada; de modo que no podían darse el lujo de demorarse en ninguna localidad después de que sus habitantes hubiesen escuchado y rechazado el mensaje".

LA PARUSÍA HA DE TENER LUGAR DURANTE LA VIDA DE ALGUNOS DISCÍPULOS

Mat. 16:27, 28
"Porque el Hijo del Hombre vendrá en la gloria de su Padre con sus ángeles, y entonces pagará a cada uno conforme a sus obras". 
"De cierto os digo que hay algunos de los que están aquí, que no gustarán la muerte, hasta que hayan visto al Hijo del Hombre viniendo en su reino". 

Mar. 8:38; 9:1
"Porque el que se avergonzare de mí y de mis palabras en esta generación adúltera y pecadora, el Hijo del Hombre se avergonzará también de él, cuando venga en la gloria de su Padre con los santos ángeles". 
"También les dijo: De cierto os digo que hay algunos de los que están aquí, que no gustarán la muerte hasta que hayan visto el reino de Dios venido con poder".

Luc. 9:26, 27
"Porque el que se avergonzare de mí y de mis palabras, de éste se avergonzará el Hijo del Hombre cuando venga en su gloria, y en la del Padre, y de los santos ángeles".
"Pero os digo en verdad, que hay algunos de los que están aquí, que no gustarán la muerte hasta que vean el reino de Dios".

Esta notable declaración es de la mayor importancia en esta discusión, y puede considerarse como la clave para interpretar correctamente la doctrina de la parusía en el Nuevo Testamento. Aunque no puede decirse que haya ninguna dificultad especial con el idioma, ha causado gran perplejidad entre los comentaristas, que están muy divididos en sus explicaciones. Ciertamente es innecesario preguntar qué es la venida del Hijo del Hombre que se predice aquí.

Suponer que se refiere meramente a la gloriosa manifestación de Jesús en el monte de la transfiguración, aunque ésta es una hipótesis apoyada por grandes nombres, es tan palpablemente inadecuado como interpretación que apenas si requiere ser refutado. La misma observación se aplica a los comentarios del Dr. Lange, quien supone que esta venida se cumplió parcialmente con la resurrección de Cristo. Esta exégesis de Lange es una ilustración tan curiosa de los expedientes a los que se ven obligados a recurrir los defensores de una teoría de interpretación de doble sentido, que merece citarse. "En nuestra opinión", dice, "es necesario distinguir entre el advenimiento de Cristo en la gloria de su reino dentro del círculo de sus discípulos, y ese mismo suceso aplicado al mundo en general y para juicio. Esto último es lo que generalmente se entiende por el segundo advenimiento: el primero tuvo lugar cuando el Salvador resucitó de los muertos y se apareció en medio de sus discípulos. De aquí que el significado de las palabras de Jesús sea: se acerca el momento en que vuestros corazones descansarán en la manifestación de mi gloria; ni será la suerte de todos los que están aquí morir durante el intervalo. El Señor podría haber dicho que sólo dos de los de ese círculo morirían hasta entonces, es decir, Él mismo y Judas. Pero, en su sabiduría, escogió la expresión: "Algunos de los que están aquí no gustarán de la muerte", para darles exactamente la medida de esperanza y ansiosa
expectación que necesitaban".(12)

Baste decir que tal interpretación de las palabras de nuestro Salvador jamás podría haber pasado por la mente de los que las escucharon. Es tan inverosímil, intrincada, y artificial, que queda desacreditada por su misma ingenuidad. Pero la interpretación tampoco satisface las exigencias del idioma. ¿Cómo podría la resurrección de Cristo ser llamada su venida en la gloria de su Padre, con los santos ángeles, en Su reino, y para juicio? ¿O cómo podemos suponer que Cristo, hablando de un suceso que habría de tener lugar más o menos en veinte meses, diría: "De cierto os digo: Algunos de los que están aquí no gustarán la muerte hasta que vean el reino de Dios?" La forma misma de la expresión muestra que el suceso del que se habla no podría ser dentro del espacio de unos pocos meses, ni siquiera dentro de algunos años: es un modo de hablar, que indica que no todos los presentes vivirían para presenciar el suceso del que se habla; que no muchos lo harían; pero que algunos sí. Es exactamente el modo de hablar que encajaría en un intervalo de treinta o cuarenta años, cuando la mayoría de las personas entonces presentes habrían fallecido, pero algunos sobrevivirían y presenciarían el suceso de referencia.

Más razonablemente, Alford y Stier entienden el pasaje como que se refiere a "la destrucción de Jerusalén y a la plena manifestación del reino de Cristo mediante la aniquilación del estado judío", aunque ambos desconciertan y confunden su interpretación con la hipótesis de una oculta y ulterior alusión a otra "venida final", de la cual la destrucción de Jerusalén habría de ser "tipo y señal". De esto, sin embargo, no se da ningún atisbo ni por Cristo mismo ni por los evangelistas. La verdad es que no puede negarse que nuestro Señor a veces usaba lenguaje ambiguo. A los judíos les dijo: "Destruid este templo, y en tres días lo levantaré" (Juan 2:19), pero el evangelista tiene cuidado de añadir: "Pero él hablaba del templo de su cuerpo". Así que cuando Jesús habló de "ríos de agua viva que correrán del interior del creyente", Juan añade una nota explicativa: "Esto dijo del espíritu", etc. (Juan 7:36). Nuevamente, cuando el Señor alude a la manera de su propia muerte, diciendo: "Y yo, si fuere levantado de la tierra", el evangelista añade: "Y decía esto, dando a entender de qué muerte iba a morir" (Juan 12:33).

Por lo tanto, es razonable suponer que, si los evangelistas hubiesen conocido un significado más profundo y oculto de las predicciones de Cristo, habrían dado alguna indicación de ello; pero no dicen nada que nos lleve a inferir que su significado aparente no es su sentido pleno y verdadero. No hay, en verdad, ninguna ambigüedad en cuanto a la venida a la que se alude en el pasaje bajo consideración en este momento. No es una de varias posibles venidas, sino el único, el único y supremo acontecimiento, tan frecuentemente predicho por nuestro Señor, tan constantemente esperado por sus discípulos. Es su venida en gloria; su venida en juicio; su venida en su reino; la venida del reino de Dios. No es un proceso, sino un acto. No es lo mismo que "la destrucción de Jerusalén" - ese es otro suceso relacionado y contemporáneo; pero los dos no deben ser confundidos el uno con el otro. El Nuevo Testamento conoce de sólo una parusía, una venida en gloria del Señor Jesucristo. Es un completo abuso del idioma hablar de varios sentidos en los cuales puede ocurrir la venida de Cristo -- como en su propia resurrección; en el día de Pentecostés; en la destrucción de Jerusalén; en la muerte de un creyente; y en varias épocas providenciales. Esta no es la costumbre en el Nuevo Testamento, ni es lenguaje exacto bajo ningún punto de vista. Por sí solo, este pasaje contiene tantas importantes verdades con respecto a la parusía, que puede decirse que cubre todo el tema; y, correctamente usado, se descubrirá que es la clave para la verdadera interpretación de la doctrina del Nuevo Testamento sobre este tema.

Concluimos entonces:
1. Que la venida de la que se habla aquí es la parusía, la segunda venida del Señor Jesucristo.
2. Que el modo de su venida habría de ser glorioso - "en su gloria", "en la gloria de su Padre", "con los santos ángeles".
3. Que el propósito de su venida era juzgar a aquella "generación perversa y adúltera" (Marcos 8:38) y "dar a cada uno según sus obras".
4. Que su venida sería la consumación del "reino de Dios"; el final de la época; "la venida del reino de Dios con poder".
5. Que nuestro Salvador había declarado expresamente que esta venida estaba cerca. Lange observa correctamente que las palabras están "colocadas enfáticamente al principio de la oración; no es un simple futuro, sino que significan: El acontecimiento es inminente que Él vendrá; está a punto de venir". (14)
6. Que algunos de los que oyeron a nuestro Salvador hacer esta predicción habrían de vivir para presenciar el acontecimiento del cual hablaba, es decir, su venida en gloria. Por lo tanto, se deduce que Él mismo declaró que la parusía, o la gloriosa venida de Cristo, ocurriría dentro de los límites de la generación que entonces existía, una conclusión que encontraremos abundantemente justificada en la secuela.
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NOTAS:
9. Hay una verdadera dificultad en este pasaje, que no debería ser pasada por alto. Parece inexplicable que nuestro Señor, en una ocasión como ésta, cuando envió a los doce en una misión corta, aparentemente dentro de un distrito limitado, del cual habrían de regresar en corto tiempo, les hablase de su venida como alcanzándoles antes de que concluyeran su tarea. Parece apenas apropiado para ese período en particular, y que corresponde más a un encargo subsiguiente, es decir, el que está registrado en el discurso del Monte de los Olivos (Mat. 26; Marcos 13; Lucas 21). En realidad, una comparación de estos pasajes hará mucho para satisfacer a cualquier mente sincera de que el párrafo entero (Mat. 10:16-23) ha sido traspuesto de su conexión original e insertado en la primera misión que nuestro Señor encomendó a sus discípulos. Encontramos las mismas palabras relativas a la persecución de los apóstoles, que serían entregados a los concilios, azotados en las sinagogas, llevados ante gobernadores y reyes, etc., que están registrados en el capítulo décimo de Mateo, asignado por Marcos y Lucas a un período subsiguiente, es decir, el discurso del Monte de los Olivos. No hay ninguna evidencia de que los discípulos sufrieran semejante tratamiento durante su primera gira evangelística. Hay, por lo tanto, una evidencia tan fuerte como lo permite el caso, de que el vers. 23 y su contexto pertenecen al discurso del Monte de los Olivos. Esto eliminaría la dificultad que el pasaje presenta en la relación que aquí encontramos, y daría coherencia y consistencia al lenguaje que, tal como está, no es fácil descubrir. Es un hecho aceptado que ni siquiera los evangelios sinópticos relatan todos los acontecimientos en el mismo orden preciso; por lo tanto, tiene que haber mayor exactitud cronológica en uno que en otro. Stier dice: "Mateo es descuidado en la cronología de los detalles" (Reden Jesu, vol. iii, p. US). Neander, hablando de esta misma comisión, dice: "Es evidente que Mateo conecta muchas cosas con las instrucciones dadas a los apóstoles en vista de su primer viaje, que cronológicamente corresponde a más tarde". (Life of Christ, _ 174, nota b); y nuevamente, hablando de la comisión encomendada a los setenta, como aparece registrada en Lucas, dice: "Según Lucas, toda la característica coherencia de todo lo que habló Cristo, con las circunstancias (tan superiores a la disposición de Mateo)", etc. (Life of Christ, _204, nota 1). El Dr. Blaike observa: "Se entiende generalmente que Mateo dispuso su narración más por temas y lugares que cronológicamente" (Bible
History, p. 372). Por lo tanto, parece haber abundante justificación para asignar la importante predicción contenida en Mat. 10:23 al discurso pronunciado en el Monte de los Olivos.

10. Véase la nota en Harmony of the Four Gospels.

11. The Training of the Twelve, p. 117.

12. Lange, Comm. on St. Mat. in loc.

13. Alford, Greek Test. in loc.

14. Véase Lange in loc.
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Fuente: La Parusia - James Stuart Russell

CREACIÓN DEL BLOG

Hoy, 6 de diciembre de 2012 he creado este blog cuyo objetivo principal es agrupar a todos los preteristas de Venezuela. También colocaré estudios y colgaré literatura que los miembros puedan descargar.

Le ruego a las personas que no se inclinen por esta línea de interpretación, por favor, que se abstengan de formar parte de este grupo, a menos que deseen entrar en este entorno para enderezar su brújula escatologica.

Para los que no saben lo que es el preterismo aquí coloco la descripción:

El preterismo es una variante de la escatología cristiana la cual sostiene que algunas o todas las profecías bíblicas concernientes a "los últimos días" o "el fin del tiempo", se refieren a sucesos que ya ocurrieron en el primer siglo después del nacimiento de Cristo. Debido a su afirmación de que la nación de Israel fue reemplazado por la iglesia cristiana, y lo que marcó el mencionado reemplazo fue la destrucción en el año 70 d.C. de Jerusalén, conjuntamente con su templo y todo ese sistema judaizante apostata. El preterismo ha sido identificado algunas veces como "la teología del reemplazo". El término preterismo procede del latín praeter, que significa "pasado". Los adherentes al preterismo se conocen como preteristas.

Diac Gonzalez