LA VENIDA DEL HIJO DEL HOMBRE (LA PARUSÍA) DURANTE LA VIDA DE LOS APÓSTOLES
En este pasaje encontramos la primera mención clara de aquel gran suceso al cual veremos que aluden con tanta frecuencia de aquí en adelante nuestro Señor y sus apóstoles, es decir, su segunda venida, o parusía. En realidad, se puede preguntar, como lo veremos, si este pasaje pertenece correctamente a esta porción de la historia del evangelio.(9) Pero, dejando de lado la pregunta por el momento, preguntémonos qué es realmente la venida de la que se habla aquí. ¿Puede ser, como sugiere Lange, que Jesús habría de seguir tan rápidamente a sus mensajeros en su circuito evangelístico como para alcanzarles antes de que se terminara? ¿Se refiere, como piensan Stier y Alford, a dos diferentes venidas, separadas entre sí por millares de años: la una comparativamente cercana, la otra indefinidamente remota? ¿O debemos aceptar, con Michaelis y Mayor, el significado claro y obvio que indican las palabras mismas? La interpretación de Lange es ciertamente inaceptable. ¿Quién puede dudar de lo que significa aquí "la venida del Hijo", lo que significa en todo otro lugar, y que esta es la fórmula mediante la cual se expresa la parusía, la segunda venida de Cristo? Esta frase tiene un significado definido y constante, tanto como su crucifixión, o su resurrección, y no admite ninguna otra interpretación en este lugar.
Pero, ¿no puede tener una doble referencia: primera, al juicio inminente de Jerusalén, y segunda, a la destrucción final del mundo, siendo la primera considerada como simbólica de la segunda? Alford sostiene el doble significado, y es severo con los que vacilan en aceptarlo. Nos dice lo que él cree que Cristo quiso decir; pero, por otra parte, tenemos que considerar lo que Él dijo. ¿Están seguros los defensores del doble sentido de que Él quiso decir más de lo que dijo? Miremos sus palabras. ¿Puede algo ser más específico y más definido en cuanto a personas, el lugar, el tiempo, y las circunstancias que esta predicción de nuestro Señor? Es a los doce que él habla; son las ciudades de Israel las que han de evangelizar; el tema es su pronta venida; y el tiempo está tan cerca que antes de que la obra de ellos esté terminada Su venida tendrá lugar. Pero si se nos ha de decir que éste no es el significado, ni siquiera la mitad de él, y que esto incluye otra venida, a otros evangelistas, a otras épocas, y otras tierras - una venida que, después de dieciocho siglos, todavía es futura, y quizás remota - entonces surge la pregunta: ¿Qué no puede significar la Escritura? El sentido gramatical de las palabras ya no es suficiente para la interpretación; la Escritura es un acertijo que debe advininarse, un oráculo que pronuncia respuestas ambiguas; y nadie puede estar seguro, sin una revelación especial, de que entiende lo que lee. Por lo tanto, estamos a dispuestos a concordar con Meyer en que esta doble referencia "no es sino una evasión forzada y antinatural", y que las palabras significan simplemente lo que dicen, que antes de que los apóstoles completaran la obra de su vida de evangelizar el país de Israel, la venida del Señor tendría lugar.
Este es el punto de vista del pasaje que asume el Dr. E. Robinson.(10). "La venida a la que se alude es la destrucción de Jerusalén y la dispersión de la nación judía; y el significado es, que los apóstoles apenas tendrían tiempo, antes de que sobreviniera la catástrofe, de ir por el país advirtiendo al pueblo que se salvara de la destrucción de una generación desgraciada; de modo que no podían darse el lujo de demorarse en ninguna localidad después de que sus habitantes hubiesen escuchado y rechazado el mensaje".
LA PARUSÍA HA DE TENER LUGAR DURANTE LA VIDA DE ALGUNOS DISCÍPULOS
Mat. 16:27, 28
"Porque el Hijo del Hombre vendrá en la gloria de su Padre con sus ángeles, y entonces pagará a cada uno conforme a sus obras".
"De cierto os digo que hay algunos de los que están aquí, que no gustarán la muerte, hasta que hayan visto al Hijo del Hombre viniendo en su reino".
Mar. 8:38; 9:1
"Porque el que se avergonzare de mí y de mis palabras en esta generación adúltera y pecadora, el Hijo del Hombre se avergonzará también de él, cuando venga en la gloria de su Padre con los santos ángeles".
"También les dijo: De cierto os digo que hay algunos de los que están aquí, que no gustarán la muerte hasta que hayan visto el reino de Dios venido con poder".
Luc. 9:26, 27
"Porque el que se avergonzare de mí y de mis palabras, de éste se avergonzará el Hijo del Hombre cuando venga en su gloria, y en la del Padre, y de los santos ángeles".
"Pero os digo en verdad, que hay algunos de los que están aquí, que no gustarán la muerte hasta que vean el reino de Dios".
Esta notable declaración es de la mayor importancia en esta discusión, y puede considerarse como la clave para interpretar correctamente la doctrina de la parusía en el Nuevo Testamento. Aunque no puede decirse que haya ninguna dificultad especial con el idioma, ha causado gran perplejidad entre los comentaristas, que están muy divididos en sus explicaciones. Ciertamente es innecesario preguntar qué es la venida del Hijo del Hombre que se predice aquí.
Suponer que se refiere meramente a la gloriosa manifestación de Jesús en el monte de la transfiguración, aunque ésta es una hipótesis apoyada por grandes nombres, es tan palpablemente inadecuado como interpretación que apenas si requiere ser refutado. La misma observación se aplica a los comentarios del Dr. Lange, quien supone que esta venida se cumplió parcialmente con la resurrección de Cristo. Esta exégesis de Lange es una ilustración tan curiosa de los expedientes a los que se ven obligados a recurrir los defensores de una teoría de interpretación de doble sentido, que merece citarse. "En nuestra opinión", dice, "es necesario distinguir entre el advenimiento de Cristo en la gloria de su reino dentro del círculo de sus discípulos, y ese mismo suceso aplicado al mundo en general y para juicio. Esto último es lo que generalmente se entiende por el segundo advenimiento: el primero tuvo lugar cuando el Salvador resucitó de los muertos y se apareció en medio de sus discípulos. De aquí que el significado de las palabras de Jesús sea: se acerca el momento en que vuestros corazones descansarán en la manifestación de mi gloria; ni será la suerte de todos los que están aquí morir durante el intervalo. El Señor podría haber dicho que sólo dos de los de ese círculo morirían hasta entonces, es decir, Él mismo y Judas. Pero, en su sabiduría, escogió la expresión: "Algunos de los que están aquí no gustarán de la muerte", para darles exactamente la medida de esperanza y ansiosa
expectación que necesitaban".(12)
Baste decir que tal interpretación de las palabras de nuestro Salvador jamás podría haber pasado por la mente de los que las escucharon. Es tan inverosímil, intrincada, y artificial, que queda desacreditada por su misma ingenuidad. Pero la interpretación tampoco satisface las exigencias del idioma. ¿Cómo podría la resurrección de Cristo ser llamada su venida en la gloria de su Padre, con los santos ángeles, en Su reino, y para juicio? ¿O cómo podemos suponer que Cristo, hablando de un suceso que habría de tener lugar más o menos en veinte meses, diría: "De cierto os digo: Algunos de los que están aquí no gustarán la muerte hasta que vean el reino de Dios?" La forma misma de la expresión muestra que el suceso del que se habla no podría ser dentro del espacio de unos pocos meses, ni siquiera dentro de algunos años: es un modo de hablar, que indica que no todos los presentes vivirían para presenciar el suceso del que se habla; que no muchos lo harían; pero que algunos sí. Es exactamente el modo de hablar que encajaría en un intervalo de treinta o cuarenta años, cuando la mayoría de las personas entonces presentes habrían fallecido, pero algunos sobrevivirían y presenciarían el suceso de referencia.
Más razonablemente, Alford y Stier entienden el pasaje como que se refiere a "la destrucción de Jerusalén y a la plena manifestación del reino de Cristo mediante la aniquilación del estado judío", aunque ambos desconciertan y confunden su interpretación con la hipótesis de una oculta y ulterior alusión a otra "venida final", de la cual la destrucción de Jerusalén habría de ser "tipo y señal". De esto, sin embargo, no se da ningún atisbo ni por Cristo mismo ni por los evangelistas. La verdad es que no puede negarse que nuestro Señor a veces usaba lenguaje ambiguo. A los judíos les dijo: "Destruid este templo, y en tres días lo levantaré" (Juan 2:19), pero el evangelista tiene cuidado de añadir: "Pero él hablaba del templo de su cuerpo". Así que cuando Jesús habló de "ríos de agua viva que correrán del interior del creyente", Juan añade una nota explicativa: "Esto dijo del espíritu", etc. (Juan 7:36). Nuevamente, cuando el Señor alude a la manera de su propia muerte, diciendo: "Y yo, si fuere levantado de la tierra", el evangelista añade: "Y decía esto, dando a entender de qué muerte iba a morir" (Juan 12:33).
Por lo tanto, es razonable suponer que, si los evangelistas hubiesen conocido un significado más profundo y oculto de las predicciones de Cristo, habrían dado alguna indicación de ello; pero no dicen nada que nos lleve a inferir que su significado aparente no es su sentido pleno y verdadero. No hay, en verdad, ninguna ambigüedad en cuanto a la venida a la que se alude en el pasaje bajo consideración en este momento. No es una de varias posibles venidas, sino el único, el único y supremo acontecimiento, tan frecuentemente predicho por nuestro Señor, tan constantemente esperado por sus discípulos. Es su venida en gloria; su venida en juicio; su venida en su reino; la venida del reino de Dios. No es un proceso, sino un acto. No es lo mismo que "la destrucción de Jerusalén" - ese es otro suceso relacionado y contemporáneo; pero los dos no deben ser confundidos el uno con el otro. El Nuevo Testamento conoce de sólo una parusía, una venida en gloria del Señor Jesucristo. Es un completo abuso del idioma hablar de varios sentidos en los cuales puede ocurrir la venida de Cristo -- como en su propia resurrección; en el día de Pentecostés; en la destrucción de Jerusalén; en la muerte de un creyente; y en varias épocas providenciales. Esta no es la costumbre en el Nuevo Testamento, ni es lenguaje exacto bajo ningún punto de vista. Por sí solo, este pasaje contiene tantas importantes verdades con respecto a la parusía, que puede decirse que cubre todo el tema; y, correctamente usado, se descubrirá que es la clave para la verdadera interpretación de la doctrina del Nuevo Testamento sobre este tema.
Concluimos entonces:
1. Que la venida de la que se habla aquí es la parusía, la segunda venida del Señor Jesucristo.
2. Que el modo de su venida habría de ser glorioso - "en su gloria", "en la gloria de su Padre", "con los santos ángeles".
3. Que el propósito de su venida era juzgar a aquella "generación perversa y adúltera" (Marcos 8:38) y "dar a cada uno según sus obras".
4. Que su venida sería la consumación del "reino de Dios"; el final de la época; "la venida del reino de Dios con poder".
5. Que nuestro Salvador había declarado expresamente que esta venida estaba cerca. Lange observa correctamente que las palabras están "colocadas enfáticamente al principio de la oración; no es un simple futuro, sino que significan: El acontecimiento es inminente que Él vendrá; está a punto de venir". (14)
6. Que algunos de los que oyeron a nuestro Salvador hacer esta predicción habrían de vivir para presenciar el acontecimiento del cual hablaba, es decir, su venida en gloria. Por lo tanto, se deduce que Él mismo declaró que la parusía, o la gloriosa venida de Cristo, ocurriría dentro de los límites de la generación que entonces existía, una conclusión que encontraremos abundantemente justificada en la secuela.
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NOTAS:
9. Hay una verdadera dificultad en este pasaje, que no debería ser pasada por alto. Parece inexplicable que nuestro Señor, en una ocasión como ésta, cuando envió a los doce en una misión corta, aparentemente dentro de un distrito limitado, del cual habrían de regresar en corto tiempo, les hablase de su venida como alcanzándoles antes de que concluyeran su tarea. Parece apenas apropiado para ese período en particular, y que corresponde más a un encargo subsiguiente, es decir, el que está registrado en el discurso del Monte de los Olivos (Mat. 26; Marcos 13; Lucas 21). En realidad, una comparación de estos pasajes hará mucho para satisfacer a cualquier mente sincera de que el párrafo entero (Mat. 10:16-23) ha sido traspuesto de su conexión original e insertado en la primera misión que nuestro Señor encomendó a sus discípulos. Encontramos las mismas palabras relativas a la persecución de los apóstoles, que serían entregados a los concilios, azotados en las sinagogas, llevados ante gobernadores y reyes, etc., que están registrados en el capítulo décimo de Mateo, asignado por Marcos y Lucas a un período subsiguiente, es decir, el discurso del Monte de los Olivos. No hay ninguna evidencia de que los discípulos sufrieran semejante tratamiento durante su primera gira evangelística. Hay, por lo tanto, una evidencia tan fuerte como lo permite el caso, de que el vers. 23 y su contexto pertenecen al discurso del Monte de los Olivos. Esto eliminaría la dificultad que el pasaje presenta en la relación que aquí encontramos, y daría coherencia y consistencia al lenguaje que, tal como está, no es fácil descubrir. Es un hecho aceptado que ni siquiera los evangelios sinópticos relatan todos los acontecimientos en el mismo orden preciso; por lo tanto, tiene que haber mayor exactitud cronológica en uno que en otro. Stier dice: "Mateo es descuidado en la cronología de los detalles" (Reden Jesu, vol. iii, p. US). Neander, hablando de esta misma comisión, dice: "Es evidente que Mateo conecta muchas cosas con las instrucciones dadas a los apóstoles en vista de su primer viaje, que cronológicamente corresponde a más tarde". (Life of Christ, _ 174, nota b); y nuevamente, hablando de la comisión encomendada a los setenta, como aparece registrada en Lucas, dice: "Según Lucas, toda la característica coherencia de todo lo que habló Cristo, con las circunstancias (tan superiores a la disposición de Mateo)", etc. (Life of Christ, _204, nota 1). El Dr. Blaike observa: "Se entiende generalmente que Mateo dispuso su narración más por temas y lugares que cronológicamente" (Bible
History, p. 372). Por lo tanto, parece haber abundante justificación para asignar la importante predicción contenida en Mat. 10:23 al discurso pronunciado en el Monte de los Olivos.
10. Véase la nota en Harmony of the Four Gospels.
11. The Training of the Twelve, p. 117.
12. Lange, Comm. on St. Mat. in loc.
13. Alford, Greek Test. in loc.
14. Véase Lange in loc.
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Fuente: La Parusia - James Stuart Russell
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